martes, 3 de junio de 2008

mi primera comunion

Que bonito que iba yo
ese día tan preciado,
con mi traje de almirante
todo lujo y elegante
a la parroquia del pueblo
y en plena procesión
Don Iginio , con sus hostias
para hacer repartición,
un día bien soleado
Santa clara nos cedió;
dos docenas de huevos
mi madre le ofreció.

Ya una vez en la parroquia
todo listo y predispuesto,
entonan los monaguillos
una bonita canción,
Paternotes, picatostes,
o algo así , que se yo…

Yo me fijaba en el bizco
que con sus piernas bien juntas,
y haciendo algo de presión
algo se le resistía,
y andando hacia la sacristía
no era normal su expresión,
algo le pasaba a aquel muchacho
yo me temí lo peor.


Y así fue la cosa en breve
allí todos feligreses
se anunciaba un chaparrón,
y aquel monaguillo
con cara de pillo,
en el mejor de los responsos
en un silencio de oración
estallo con tal diarrea,
nadie se lo imagino
hasta que el hedor divino
de aquel muchacho inundo
toda la sacristía,
el templo cargo tan mal olor
que don Iginio asustado,
desde el pulpito bajo
y alzando su vista al cielo,
con tan grave expresión,
replico a los feligreses
!no se vallan por favor!
!oremos a san Heliodoro,
para que se valla este olor!
y reparta ya mis hostias
y a ese le daré dos.

Fue tan trágico el suceso
aquel día tan recordado,
y aquel golpe de risa
que a todos nos dio,
que don Iginio en su repartición,
se dispuso a darme una hostia,
un amago le hice yo
y fue a dar con la cabeza
después de un resbalón
contra el altar mayor;
su nariz ensangrentada,
un esguince de tobillo,
las cervicales tocadas
y rotos dos incisivos,
mientras la feligresía cantaban
"no se que de adoratrices"
y claro los monaguillos,

jajajajajajajajjajajajajjajja

los muy pillos,
en plena sacristía
tomándose el vino.

Debo confesarme hoy
que ya ha pasado el tiempo
que fui yo quien le echo,
aquella purga al almuerzo,
y todo por recibir una buena hostia ,
hay que ver que mal sentó,
hasta el mismo vaticano
por aquello se reunió.

A mi me excomulgaron
por hereje y traidor,
y hasta el mismo Pablo Sexto
en su homilía recalcó:
" !Para tomar la hostia
en ayunas hay que ir,
limpios de pecados,
y si es posible "cagados,"
no se ha de repetir,
tan funesto cuadro".

Y el pobre don Iginio
con su humilde sotana,
anda siempre muy alerta
cuando toca las campanas
no comulga desde entonces,
no se atreve antes de misa
a comerse un picatoste,
no sea que en el parternoste
se le escape algún defeco
y la parroquia inunde de nuevo
con tan grave suceso.
Hasta el mismo sacristán
en su homilía diaria
ruega que feligreses,
vallan limpios en cuerpo y alma,
y no confía en monaguillos.
¡Qué pillos, qué pillos!

Y aquí termina la historia
desde entonces no comulgo,
a ver si se atreve a darme
una hostia, Juan Pablo II.